viernes, 8 de agosto de 2014

Qué bien me sabe este ahora

Me he pasado la mayor parte de mi vida complicando las cosas, complicándome.
Este año he podido conocerme más a mí misma y hace poco que he descubierto el gran conflicto que llevo dentro de mí, y que probablemente lo compartan muchas personas.
Quién diría que la filosofía me iba a ayudar tanto, pero así es.
Todos estos años los he vivido sosteniéndome en la lógica, en lo que debo hacer, lo correcto, lo verdadero, lo bueno. Y entonces llegas a un punto en el que sabes que Nietzsche tenía razón. Esas cosas no existen. No existe ni lo bueno, ni lo correcto, ni lo verdadero. Todo es una invención nuestra, como lo es el dinero, el éxito profesional o nuestra propia vida, incluso. Desde que nacemos estamos sujetos a este modelo de vida que ha impuesto una llamada sociedad, estamos continuamente condicionados por nuestro alrededor. Porque se supone que somos seres sociables y que debemos encontrar un bien común para vivir en paz y armonía. ¿En serio alguien se cree eso? El ser humano es el ser más egoísta que existirá nunca. Sólo hace falta mirar un poco más lejos para darse cuenta. ¿Cuántos de los que viven hoy en día mirarían la vida de los demás por encima de la suya propia?
Entonces, ¿para qué sirven todos esos términos que rigen nuestra moral, nuestro comportamiento?
Ahora que sé que no sirven para nada, un miedo que me oprime el pecho se va desvaneciendo, poco a poco. Siempre he actuado mirando que mis acciones se ajustaran a la aprobación de los demás, es decir, que me importaban las opiniones ajenas. Nunca he querido actuar injustamente porque nunca he querido hacer daño a nadie. Y sólo me hacía daño a mí. Pero lo mejor es que la gente hace daño, y le da igual. Yo creía que existía lo bueno pero no existe.
Ahora que no tengo miedo del que dirán, quizás pueda ser más sincera conmigo misma y con el mundo. Sé que debo vivir según como lo sienta en ese momento, sin pensar demasiado en todo lo demás. Por que, al fin y al cabo, soy una vida más de las miles de millones de vidas que habrán y que han habido, y sé que si no aprovecho este momento, este ahora, no lo podré aprovechar nunca.
Y el arrepentimiento no es algo que quiera sentir.
Solía ser una cobarde, hace 10 minutos también lo era y ahora también lo soy. Pero menos que antes. Y quiero llegar a ser valiente.
Esto es lo que quiero.
«Déjate llevar» me dijo. Y no supe el valor de esas palabras hasta ahora.
Lo haré,
lo haré...

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