jueves, 28 de agosto de 2014

Su voz de eternidad

Una gran escritora, pero sobretodo amiga, me contó una vez mi historia. Consiguió definirme como nunca nadie lo había hecho, ni siquiera yo. Y me llegó tan profundo que conseguí creerme que yo era esa estrella... Así que aquí os la dejo, en nombre de ella, porque es tan especial para mí que quiero que sea eterno.

"Hace tiempo conocí a alguien muy especial: su vida estaba atada a las estrellas.
Ella era como una más de ellas. Brillaba como si no pudiera hacer otra cosa y todos sentían la necesidad de girar a su alrededor, orbitar atraídas por ella y su luz.

Recuerdo que sus ojos eran dos infinitas galaxias, llenas de pedazos de sueños e ilusiones, pequeños destellos de determinación, planetas de comprensión e inteligencia, supernovas de emociones.

Una vez me fijé en que no había ni un solo agujero negro, pues nada oscuro había en ella.

Cada vez que pienso en cómo sonreía, puedo sentir el calor de los rayos de esa estrella.
Conocerla fue como conectar las estrellas y crear una nueva constelación, descubrir sus secretos, su historia, su mundo, tras aquello que todos ven como un simple puñado de puntos brillantes. ¿Sabéis qué? Eso era. ¿Quién no podía ver que brillaba? Era cegadora. Y aún así, ¿alguien se paró a conectar sus estrellas y crear sus constelaciones?

Yo quise hacerlo, y conmigo unos cuantos más. No sé si lo logramos, pero sé que cada segundo que pasamos con ella nos sentíamos en el espacio. Gravedad, presión, peso, problemas y dolor desaparecían en su compañía.

Procuramos que cumpliera su sueño, un sueño tan brillante como su propia esencia. Quería conocer su origen, su corazón, entender su mente. Quería conocer la astronomía.

Fue hace tanto que no sé si lo consiguió, no lo recuerdo, y la historia se reescribe cada vez. Sé que haga lo que haga será increíble. Porque ella lo es y no puede hacer nada sin ese toque tan ella, tan especial que dice: "Eh, estoy aquí, y yo lo hice".

Pero ahora mismo, si alzas la vista al cielo, la encontrarás. Da igual el hemisferio, el país, la zona. Mira al cielo y la verás. Su historia escrita en el cielo, la historia sobre la chica que amaba las estrellas y las capturaba con un pincel. Y así la pintaron a ella en el cielo, donde sin tener que estirar un dedo, puede rozar sus amigas y hermanas, las otras estrellas, y sus lágrimas se convierten en esas estrellas fugaces que cumplen deseos.

Porque si ella nació para algo fue para ayudar a los demás. Te arranca de las sombras con una sonrisa y una mano que agarrar y hace parecer tan fácil caminar que a veces se te olvida que, realmente, es humana y también sufre, se enfada y se decepciona, pero además sueña, imagina y siente con una fuerza y una pasión tan inocentes que te deja sin palabras.

He compartido pocos de esos 18 años que cumple esta estrella, pero aún menos comparados con los que me quedan por compartir.

Y algún día podré señalar al cielo y decir: "¿Ves esa constelación? Yo formé parte de ella"."

Gracias, Paula. Encontrar a personas como tú, tan llenas de magia, es un regalo y un privilegio.

viernes, 8 de agosto de 2014

Qué bien me sabe este ahora

Me he pasado la mayor parte de mi vida complicando las cosas, complicándome.
Este año he podido conocerme más a mí misma y hace poco que he descubierto el gran conflicto que llevo dentro de mí, y que probablemente lo compartan muchas personas.
Quién diría que la filosofía me iba a ayudar tanto, pero así es.
Todos estos años los he vivido sosteniéndome en la lógica, en lo que debo hacer, lo correcto, lo verdadero, lo bueno. Y entonces llegas a un punto en el que sabes que Nietzsche tenía razón. Esas cosas no existen. No existe ni lo bueno, ni lo correcto, ni lo verdadero. Todo es una invención nuestra, como lo es el dinero, el éxito profesional o nuestra propia vida, incluso. Desde que nacemos estamos sujetos a este modelo de vida que ha impuesto una llamada sociedad, estamos continuamente condicionados por nuestro alrededor. Porque se supone que somos seres sociables y que debemos encontrar un bien común para vivir en paz y armonía. ¿En serio alguien se cree eso? El ser humano es el ser más egoísta que existirá nunca. Sólo hace falta mirar un poco más lejos para darse cuenta. ¿Cuántos de los que viven hoy en día mirarían la vida de los demás por encima de la suya propia?
Entonces, ¿para qué sirven todos esos términos que rigen nuestra moral, nuestro comportamiento?
Ahora que sé que no sirven para nada, un miedo que me oprime el pecho se va desvaneciendo, poco a poco. Siempre he actuado mirando que mis acciones se ajustaran a la aprobación de los demás, es decir, que me importaban las opiniones ajenas. Nunca he querido actuar injustamente porque nunca he querido hacer daño a nadie. Y sólo me hacía daño a mí. Pero lo mejor es que la gente hace daño, y le da igual. Yo creía que existía lo bueno pero no existe.
Ahora que no tengo miedo del que dirán, quizás pueda ser más sincera conmigo misma y con el mundo. Sé que debo vivir según como lo sienta en ese momento, sin pensar demasiado en todo lo demás. Por que, al fin y al cabo, soy una vida más de las miles de millones de vidas que habrán y que han habido, y sé que si no aprovecho este momento, este ahora, no lo podré aprovechar nunca.
Y el arrepentimiento no es algo que quiera sentir.
Solía ser una cobarde, hace 10 minutos también lo era y ahora también lo soy. Pero menos que antes. Y quiero llegar a ser valiente.
Esto es lo que quiero.
«Déjate llevar» me dijo. Y no supe el valor de esas palabras hasta ahora.
Lo haré,
lo haré...

lunes, 23 de junio de 2014

Persianas

Abro la ventana y el sofoco de la habitación va desapareciendo poco a poco. Cierro los ojos e inhalo el aire frío de la calle de una noche de verano. Cómo me gustaría poder subir la persiana y ver el cielo. Ojalá se vieran las estrellas... Quiero ver la infinitud de aquello que está por encima de mí y que es tan libre como cuando yo duermo. Me gustaría tanto abrir esa persiana... ¿Por qué no lo hago? Me quedo quieta, expectante, pero al final me rindo y sigo tumbada en esta cama sin hacer nada... Siempre ojalá y ojalá. ¿Por qué no puedo simplemente dejar de imaginar, de soñar, y empezar a hacer? ¿Me faltan ganas? ¿Me falta vida? ¿O es un miedo aterrador a equivocarme? ¿Es el mismo que me impide decir las palabras que guardo tan adentro? ¿Es el miedo al fracaso lo que me impide expresarme y afrontar todo lo que quisiera y más? Quizás cambiaría todo con un poco de voluntad... Quizás la vida sea eso, abrir persianas. Requiere un esfuerzo, pero la vista es preciosa e increíble. Y lo compensa. No sé... quizás si me lanzara... si abriera todas las persianas de mi vida... cambiaría algo. ¿De verdad cambiaría?

martes, 18 de febrero de 2014

El amor también se puede suicidar

Las últimas reservas de esperanza se le agotaron hace días. Ya no le quedaba nada. Ni nadie.
Estaba perdida y eso es lo peor que le podía pasar en un mundo caótico como en el que estaba. No sabía qué hacer, a dónde ir. Ya no habían brújulas en sus manos.

La dulzura de sus ojos
color miel fue
desvaneciéndose poco
a poco
.

Sólo eran dos agujeros negros.
La luz del Sol no tenía nada que hacer si quería verlos brillar.

Al borde del acantilado,
el rumor de las olas acariciaba sus oídos
mientras inhalaba el olor a arena mojada, a sal.

Sentía la agonía dentro de ella, golpeando sus pulmones, queriendo subir por la garganta, estirando las cuerdas vocales, arañando el corazón. Sin embargo, ella se mantenía inmóvil, con la mirada fija en la nada, como si estuviera durmiendo con los ojos abiertos.

De repente, esa imagen.
Ese recuerdo que le mataba cada día.

Se dobló en sí misma mientras agarraba sus rodillas.
Cerró sus ojos y podía sentir el frío salir de sus poros.
Quería llorar pero no podía.
Quería gritar pero tampoco le salía la voz.

Eso era ella: nada.

"A sólo un paso" pensó.

Ahora las olas eran más violentas y el rumor se había convertido en estruendo.

Se abalanzó a los brazos del vacío.
El viento azotaba su cara,
enredaba su pelo,
jugaba con su vestido.

Estiró los brazos.

Por fin era libre.
Libre de sus pesadillas,
de sus miedos,
de sus monstruos.
Por fin era pájaro.

Y sonrió.